El paciente, en la inmensa mayoría de los casos, cuando acude a nuestra consulta de Nutrición y Dietética, presenta esa idea errónea de buscar una dieta alimenticia para perder peso. Decimos que se produce un fallo de planteamiento porque perder peso nunca puede ser el objetivo sino una consecuencia positiva de alimentarse de forma saludable. Consiste a aprender comer bien aunque pueda sonar raro.

Lo primero que hacemos en testar tu organismo (índice de masa corporal, porcentaje de grasa o líquido en el cuerpo...), averiguar tus hábitos de vida, tanto personales y profesionales, y conocer tus gustos alimenticios y posibles intolerancias. Comer bien no es privarse de comer. Se trata de elaborar una dieta alimenticia adaptable a ti en función de todos los parámetros tenidos en cuenta.

Una vez pasado esta primera fase, continúa otra de seguimiento del paciente. Comprobamos que la dieta facilitada (siempre que se siga sus intrucciones) resulta efectiva. A veces, la dieta puede cambiar durante este proceso pues el paciente puede modificar su estilo de vida o quiere probar nuevos gustos. Por tanto, es un tratamiento personalizado y nada rígido.

Resulta evidente que el esfuerzo y la motivación psicológica deben estar presentes. Y que practicar deporte (hay numerosas opciones) ayuda bastante. Con todo, conseguiremos crear el hábito alimenticio correcto. Y, a partir de ahí, las ventajas para tu salud y para tu apariencia física serán notables.